Entre los picos del Himalaya se encuentra un valle escondido en donde las banderas de oración contrastan con el brillo solar impactando sobre sus arrozales y sus extensos campos de chiles rojos mostrando en sus horizontes antiguos monasterios que nos entregaran la calma espiritual.
“El Reino del Dragón”, así es llamada la bella Bután, una tierra de ensueños abrazada por los altos picos del Himalaya, hogar de grandes riquezas naturales y centro religioso por excelencia del budismo. Sus tradiciones y su cultura son respetadas y adoradas por muchos, mantiene una correcta postura de calma ante la madre naturaleza y por sobre todas las cosas han sabido mantener su independencia lejos de violentos enfrentamientos.
Gracias a las importantes influencias de sus países vecinos como lo son China e India, formando parte del Continente Asiático, su pueblo se ha encontrado envuelto en las típicas costumbres ancestrales budistas que durante años y años se han mantenido en pie. “Tierra Alta” es su significado en sanscrito “Bhu-Uttan” y al mismo tiempo significa “Fin del Tibet” aunque en gran parte su propio pueblo la llama “Druk Yul”. Tierras vírgenes llenas de tranquilidad donde reina la paz sobre todas las cosas, reconocida por la ONU como la próxima Sangri – La llevando a su pueblo a la cúspide espiritual.
Actualmente cientos de voluntariados prestan servicios en estas tierras que se han mantenido aisladas del mundo exterior manteniendo la inocencia de su gente durante siglos, levantando una Republica autentica y fuerte que trasciende la belleza de sus paisajes impactando en cada visitante. La modernidad toca su puerta cada año pero precavidamente y con sabiduría han logran combinar la modernidad que se presenta en tiempos contemporáneos con la cultura y tradición que mantiene desde hace siglos.
Debido a sus paisajes y el atractivo de sus monasterios como así también la curiosidad de los extranjeros sobre su estilo de vida, han atraído a miles de visitantes en los últimos años abriendo sus puertas con alegría, invitándolos a vivir sus costumbres y a educar sus espíritus con el vibrar de las montañas de la Cordillera.
Recorriendo sus extensas tierras sabrán admirar las selvas densas que se extienden por el ingreso al Himalaya hasta el maravilloso Tíbet que lo enfrenta en el sur. Sus picos más altos bordean el Tíbet alcanzando alturas de más de siete mil metros sobre el nivel del mar y alejándonos de estas fronteras bellos valles se harán presentes. Sus temperaturas son oscilantes, no llegan a calores extremos ni tampoco a fríos intensos lo que hace de este majestuoso país un lugar ideal para recorrer sin grandes molestias climáticas.
“Thimbu”, su Capital por excelencia ubicada junto al Rio Chu, se encuentra separada en 12 distritos llevando una administración económica admirable. Gran parte de su pueblo se dedica a la agricultura, no hay rincón en esta ciudad en donde no pueda ver un monumento o símbolo budista. Una de las tantas curiosidades que se presentan es que Thimbu es la única ciudad en el mundo donde los semáforos no existen ya que el respeto por el otro es primordial lo que no los hace necesarios. “Dordenma” es una estatua del buda prácticamente obligada de conocer, se encuentra ubicada en el memorial Chorten hogar de imponente monasterios.
Mas allá de sus monumentos encontramos “Trashi Chhoe Dzong”, una fortaleza que guarda en su interior gran parte de las oficinas reales y es conocida como el símbolo por excelencia de la ciudad. Los amantes de los Mercados podrán pasar horas en el centro de Thimbu recorriendo el Mercado sin Fin rebalsando de compradores.
Bután es un país lleno de vida, de colores por doquier, un país que aun aguarda en lo puro y lo inocente cuidando su pueblo y sus tradiciones, conservando su arquitectura inigualable y abrazando a cada visitante con su cálido espíritu.